"De acuerdo con los últimos estudios del Banco Mundial sobre igualdad de
oportunidades, en continentes como América Latina las circunstancias
personales, (como la lengua materna, el lugar de nacimiento, la riqueza
familiar, la raza o el género,) determinan en gran medida las condiciones
de éxito o fracaso que nos acompañarán toda la vida.
Y ese es el gran drama de América Latina y, específicamente, de países
como el nuestro.
No se trata simplemente de desigualdad, de que unos
tienen mucho y otros muy poco. Se trata de una escandalosa diferencia de
oportunidades que, prácticamente, condena a familias enteras a vivir en
la pobreza por generaciones.
Pongamos un ejemplo: de acuerdo con el Índice de Oportunidades Humanas
del Banco Mundial, el grado de instrucción de la madre es una pieza
fundamental en el desarrollo físico y emocional del niño. Un hijo cuya
mamá tiene grado de instrucción superior o secundaria completa tiene
muchísimas más probabilidades de estar bien nutrido, acceder a una buena
educación, recibir atención oportuna en salud, etc.
¿Qué culpa tiene una criaturita huancavelicana de que su madre sea
analfabeta? Pues, ninguna. No es una condición que haya elegido o que
pueda cambiar, por más que se esfuerce. Pero este dato fortuito que le
tocó por casualidad en la vida le cierra, de plano, muchas puertas. Lo
coloca en el peor partidor, el más alejado, el pésimamente ubicado,
antes de siquiera empezar la carrera.
¿Cómo se soluciona una situación tan perversa como esta? Obviamente, al
Estado le toca igualar la cancha llevando inversión y servicios básicos a
los más necesitados. Pero, a nosotros, a los peruanos privilegiados que
nacimos en el lugar correcto, también nos toca lo nuestro.
Basta de mirarnos el ombligo y, de una vez por todas, comprometámonos a
elegir verdaderas autoridades que trabajen para que el futuro de
nuestros niños no venga fatalmente marcado desde la cuna."
De Patricia del Río en "Ley de la desventaja"
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