La homofobia es aversión obsesiva hacia las personas homosexuales, la incapacidad para aceptar a quien tiene una orientación sexual diferente. Es terrible la homofobia y más aún cuando la propia familia del gay, se deja envolver en sus redes. Jaime Bayly en estos días de mayo- el 21- en su columna "Un hombre en la luna" ha escrito "Ese señor que era mi padre" donde habla sobre la dolorosa relación con su homófobo padre. Aquí algunos párrafos.
"a ese señor que era mi padre le ocurrió la desgracia de que su hijo
hombre, el que llevaba su nombre, le salió mujer. Genitalmente era
hombre, pero en las formas y el espíritu era mujer, en el humor y las
risas era mujer, en su manera de andar y correr era mujer, en cada
detalle, cada gesto, cada minúsculo drama era mujer. Ese niño no podía
ser recio, pelear a golpes con los primos, aventarse de cabeza al agua,
no podía disparar armas de fuego sin asustarse por el estruendo, no
podía ser la bestia que su padre esperaba.
Ese niño era una niña, el vivo retrato de su madre santa, idéntico a
ella: flaco, flaquito, ensimismado, exagerado, pío, devoto, fácil para
el llanto, delicado, sensiblero. El hijo del cojo no había salido al
cojo, había salido a la esposa del cojo, la santa, y no había manera de
cambiar ese destino porfiado: por mucho que el cojo intentaba hacer
macho a su hijo y la santa rezaba para que su hijo fuera viril, el niño
era lo que era, delicado, tímido, sensible, y por eso su padre lo miraba
furioso, con una rabia incurable, y su madre lo miraba llorosa,
derrotada, esperando el milagro".
Líneas más abajo dice: "Todo en mí despertaba rabia en él, todo en él provocaba desdén en mí. No
podíamos ser amigos o aliados, era imposible, tampoco podíamos
ignorarnos, fingir que el otro no importaba, era imposible, él vengaba
sus frustraciones en mí y yo conocía la desdicha en su mirada de loco
peligroso.
Nunca era más peligroso ese loco que cuando estaba borracho y humillado
por su esposa, que lo reñía por tomar tanto y le echaba el trago al
inodoro, tratando de reformarlo. Venía con su paso desquiciado hasta mi
cuarto y desataba su cólera y me ordenaba bajarme los pantalones y la
correa silbaba el viento y un incendio repentino crecía y se extendía
con cada latigazo.
En esa ceremonia sádica, brutal, ese señor que era mi padre conseguía
liberarse de sus demonios y ya luego podía irse a tomar unos tragos más
tranquilo, y, al mismo tiempo, yo aprendía extrañamente a asociar el
dolor con el placer y esperar a que un hombre viniera a emboscarme y
hundirme con él en el pantano de la infelicidad, la cólera y los
insultos cargados del odio más vil.
No tardé en convertir mi destino en una venganza: todos mis actos
tenían sentido si provocaban la indignación y el repudio de ese señor
que era mi padre, todas las líneas que escribí me las dictó el diablo
que él había alojado a correazos en mí, todos los libros que fabulé
estuvieron envenenados por esa sustancia impura que es el rencor, todos
los besos en que perdí un pedazo de vida fueron maliciados y ejecutados
con la frialdad del que disparaba en el paredón de fusilamiento".
Y termina Bayly diciendo: "No, no podía perdonarse a un padre tan bestial, a un hijo tan mujer, nadie podía perdonarse".
Cuántos años han pasado y la herida de Jaime está ahí viva. Cuánto daño fue capaz de ocasionarle su propio padre. Cómo hasta hoy, después de muerto, su progenitor sigue torturándole. Recordé una entrevista suya a Facundo Cabral ( de 1997 ) y la busqué en Internet. Los Bayly no tuvieron tiempo para perdonarse. Otra historia fue la de Facundo quien también sufrió por el abandono de su padre desde los 7 años, al lado de sus 7 hermanos, vio morir a algunos de ellos por la enfermedad y el hambre pero decidió que su vida no podía ser una eterna tortura. El perdón lo liberó. Aquí la entrevista.