Antes de leer este cuento a los niños, les dirás que no todos los niños tienen la navidad que como niños merecen, algunos porque son huérfanos, otros porque son muy pobres como la niña de este cuento de Hans Christian Andersen titulado "La pequeña vendedora de fósforos" o " La pequeña cerillera". Cuéntaselo con voz ágil, sin dramatizar mucho para que no les parezca muy triste. Va también el excelente musical de Disney, para que lo vean luego.
Era Navidad en una ciudad de un lejano país. Las
calles estaban llenas de la nieve que caía constante como si fueran motas de
algodón.
El frío era intenso y la gente se guardaba en sus
casas para disfrutar de la cena. Sin embargo, una pequeña figura se movía entre
las frías y angostas calles. Era una hermosa niña, con piel del color de la
nieve y labios rojos como las cerezas.
La niña estaba muy triste porque no había podido
vender las cajas de fósforos que le había dado su padre, y si no llegaba a casa
con el dinero de la venta, la castigarían.
La
pequeña caminaba y caminaba. El frío se hacía más fuerte y las pocas y sucias
ropas de la niña no le daban ningún abrigo. Además no tenía ningún calzado y la nieve comenzaba a congelar sus pies.
La niña decidió entonces sentarse en un pequeño
callejón sin salida para refugiarse del frío. Pero a pesar de que envolvió todo su cuerpecito con sus ropas,
cada vez tenía más frío. Entonces decidió prender un fósforo para calentarse,
aunque sabía que su papá la castigaría por eso.
Raspó el fósforo contra una
pared y de repente una luz invadió el lugar. La pared se volvió de cristal y
pudo ver a través de ella una casa. Era hermosa, llena de flores, y tenía una gran
mesa con muchos asientos.En la mitad de la mesa había un enorme pavo rodeado de muchas frutas y muchos postres. La niña decidió encender otro fósforo para poder alcanzar el pavo.
Cuando lo hizo, un enorme árbol de
Navidad apareció ante sus ojos.
Era muy alto y con unas ramas muy verdes y fuertes.
Estaba lleno de luces y adornado con cientos de muñecas hermosas, vestidas con
trajes hechos con chocolate, anís, y otros dulces. La niña intentó acercarse al
árbol, pero el fósforo se apagó nuevamente y el árbol subió hasta el cielo y
desapareció. La pequeña se quedó observando el cielo por un momento y vio como
una luz caía en forma de polvo. Ella recordó que su abuela le había contado que
cuando una estrella cae, es porque un alma está llegando al cielo.
En ese momento un viento frío la tocó y decidió prender otro fósforo. Y cuál sería la sorpresa de la niña. Frente a ella estaba su abuela, su adorada abuela que siempre le contaba cuentos antes de dormir y siempre le llevaba golosinas y juguetes.
-La niña le dijo a su abuela: "abuela no me
dejes, llévame a un lugar donde no sienta frío ni tenga hambre".
Una vez dicho esto, la niña tomó todos los fósforos y
los encendió para evitar que su abuela se desvaneciera. Una luz invadió todo el
callejón como si fuera mediodía. La abuela, gorda y con las mejillas rosadas,
tomó a la niña en sus brazos y juntas volaron al cielo. A la mañana siguiente
unos habitantes de esa ciudad encontraron el cuerpo de la pequeña niña todo
congelado. Ya su piel no era blanca como la nieve, sino gris como la plata que
no ha sido brillada. Y sus labios ya no tenían un color cereza, sino morado
como las uvas.
Sin embargo la niña tenía una gran sonrisa en su
rostro y con sus pequeñas manos protegía la cajita de fósforos que había
encendido durante toda la noche.
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