"Con palabras no se puede explicar el fervor popular al Señor Cautivo de
Ayabaca. Hay que tener suficientes ojos y suficientes oídos para mirar y
oír lo que acontece cada octubre en el que los caminos hacia Ayabaca se
llenan de trajinantes de diversos rincones del Perú. Todos quieren
venerar al Señor y pedirle lo imposible. Lo posible lo resuelven los
humanos. Lo imposible es el territorio providente de Dios.
Con sus pedidos en los labios y los ojos cubiertos de lágrimas acuden al
Cristo llagado en cuyo santuario se congrega un mar humano de fieles
venidos de la costa y de la sierra.
También concurren los comerciantes de toda laya, chunchos del mismo
Amazonas con boa en cuello, bocadilleros, vivanderas con sus cecinas y
chifles recorre ferias porque el Señor les da de comer a todos. Devotos
del Cautivo vienen de Ecuador y de Colombia y se confunden en esta
feligresía que copa a bote la plaza de Ayabaca cada 13 de octubre. Para
los ayabaquinos el Señor es ocasión del reencuentro.
Miguel Godos Curay.
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