lunes, 21 de noviembre de 2011

Sobre "La primera dama" (1)



A las mujeres siempre se nos está pidiendo ser buenas madres, fieles compañeras del esposo, que proyectemos una imagen sonriente, sin descuidar la familia. Pues bien, Nadine Heredia- esposa del presidente- trata de hacerlo lo mejor posible ¿ y qué ha conseguido? Críticas y más críticas. Por ello el artículo que incluímos, de la periodista Patricia del Río, nos ha parecido justo, fraterno, con mucho sentimiento femenino y merece ser leído y difundido. El título no deja de tener gracia:

"El sostén de Humala"


“Sacolargo”, “Pisado”, “Tetelemeque”, “Arrastrado”. Al presidente Humala le han llovido cantidad de adjetivos como estos desde que se hizo evidente que su mujer no piensa cumplir con el típico rol de primera dama decorativa, sino que tiene ganas de tener un papel protagónico en este gobierno. Nadine Heredia no va a ser la mujercita del mandatario que recibe en el Salón Dorado a los invitados al último coctelito de Palacio, qué va. Ella se presenta del brazo del presidente y lo sostiene en reuniones con mandatarios internacionales, en sus viajes a provincias, en sus presentaciones a la prensa y en casi todas las apariciones públicas. Ella pide información a los ministros, interrumpe conferencias de prensa para exigirle a su marido que se despida de las niñas, se zurra en el protocolo para sentarse al lado de su cónyuge y lo guía con la mirada en las entrevistas. Nadine, lejos de ser nadie, como muchos quisieran, es el coach, el ‘Markarián’ y el soporte que Humala parece necesitar para convencerse, de una vez por todas, que ya es el presidente del Perú.

Y lo hace con una sonrisa pícara, con una mirada cómplice y dejando siempre libre el otro brazo, ese del que Humala no se aferra, para cargar y/o acariciar a uno de sus tres niños. Porque Nadine se presenta como la esposa, la mujer inteligente y bonita, la madre y asesora perfecta. A diferencia de la chinchosa de Eliane, que hacía lo mismo que la señora Heredia, pero siempre al borde de la histeria, o de la discretísima Pilar Nores, que se graduó en el arte de multiplicarse por cero, o de la sufrida Susana, que terminó torturada y expulsada del infierno que fue el gobierno de Alberto Fujimori.(sigue)

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