Constrúyela minuto a minuto, ármala con lecturas, con buenas amistades ( la primera: la de Dios).
Ponle color con tu entusiasmo, sabor con tu esmero en el trabajo. Decórala con plantitas y pinturas y juegos y paseos y visitas.
Que en tu casa interior haya música y paz, música y ternura.
No te apegues mucho, ni a las cosas ni a las personas, para que no sufras cuando, por las cosas de la vida, las tengas que dejar o debas verlas partir.
Sigue avanzando, mujer.
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