El
pasado viernes 13 fue un viernes negro para Francia. Los ataques
terroristas, reivindicados por grupos yihadistas, del llamado EI (Estado
Islámico) dejaron 132 muertos y decenas de heridos graves. Los
terroristas de París justificaron los atentados del viernes manifestando
que eran contra la
intervención militar de Francia en Siria.
Por los medios sabemos que el Ejército francés opera contra ese grupo terrorista
en Irak, desde el 2014, con cazas Rafale y Mirage 2000 y un contingente de más de
setecientos efectivos ( sumándose así a la alianza internacional liderada por EEUU ) pero en Siria se limitaba a enviar
armas y equipos de telecomunicaciones a los rebeldes. Sin embargo desde setiembre de este 2015, la fuerza aérea
francesa, ha bombardeado y atacado objetivos de esta agrupación terrorista
en Siria.
De lo que ha pasado en Francia el mundo entero fue informado y todos repudimos el ataque.
Dos días después, el domingo 15, conocimos que fuerzas
militares francesas y rusas bombardearon con escaso margen de horas el
feudo yihadista de Raqa. Rusia ha intervenido después de haber admitido
que su avión, derribado, dobre el Sinaí, hace unos días habría sufrido
un atentado por parte de grupos yihadistas.
Sobre estos bombardeos concertados entre Rusia y Francia nadie ha hablado del número de muertos y heridos.Sólo sabemos que "A la 1.30 de la madrugada del domingo, los cazas lanzaron 16 bombas guiadas por
láser sobre sus objetivos. Se trata de bombardeos muy intensos."
Para comprender lo que está pasando
recurrimos a un atinado analista internacional, Carlos Aznárez, que entre
otras reflexiones manifiesta:
"Frente al horror se quiere responder con más horror, se habla en
los titulares de los principales medios con total ligereza, de que
“ahora sí empezó la guerra”, o se alimenta la idea (en forma directa o
solapada) de que el mundo árabe y musulmán atenta contra la sacrosanta
democracia francesa. A sabiendas que la casi totalidad de esa
colectividad repudia al ISIS y sus protectores.
Tiene muchísima razón el presidente sirio Bachar Al Assad
cuando, después de condolerse por las víctimas de los atentados,
recuerda que “Francia conoció ayer lo que vivimos en Siria desde hace
cinco años”. Y lo dice precisamente quien en innumerables ocasiones ha
intentado -como antes lo ha hecho el líder libio Gadaffi- convencer a
los gobernantes franceses que no armaran, equiparan logísticamente y
costearan con millones de dólares a los ejércitos mercenarios que han
sembrado el terror, la muerte y el desesperado destierro de cientos de
miles de sirios e iraquíes. En cada ocasión que este mensaje resonaba en
los foros internacionales, la posición francesa siempre fue la misma:
ratificar su creencia de que exportando la guerra, alineándose con la
OTAN y subordinándose ante el mandato imperial monitoreado desde
Washington, “el problema sirio”, es decir el tan buscado derrocamiento
de Al Assad, iba a ser resuelto".
Líneas más abajo dice:
"los que pagan los errores de los poderosos siempre son los
ciudadanos de a pie, cuya única culpabilidad, si es que la tuvieran,
quizás sea votar y catapultar a la presidencia, a esos asesinos seriales
que luego los condenan a la muerte.
Y propone luego la urgencia de enmendar, diciendo:" que esta repudiable venganza yihadista, más allá del falso
llanto de quienes los gobiernan, debería ser un llamado urgente para que
la sociedad francesa, como otras del continente europeo, se decidan a
interpelarlos, y exigirles que abandonen sus ideas expansionistas,
injerencistas y autoritarias. Que cesen los comportamientos xenófobos,
como los que a pocas horas de ocurrir estos atentados, ya han generado
el incendio de un campo de inmigrantes refugiados en Calais. Que miren a
quienes huyen de las guerras provocadas por la OTAN, como hermanos y
no como enemigos. Que se vuelquen a comportamientos humanitarios y no
busquen excusas donde sólo hay hombres y mujeres que quieren ser
tratados como tales y no como ciudadanos de segunda clase.
Quizás, estas circunstancias marcadas por el dolor, puedan
servir de punto de inflexión para buscar un punto de inicio diferente.
Si esto no ocurriera, como parece probable visto lo visto, nadie,
absolutamente nadie tendrá derecho a preguntarse, cuando el horror se
repita: ¿Por qué a nosotros…? "Carlos Aznárez en su artículo ¿El horror en París es diferente al de Siria, Iraq, Palestina y El Líbano?