Ha sido este viernes, mientras celebraba la liturgia en la Capilla de la Casa de Santa Martha, donde vive, cuando al reflexionar sobre el día en que Jesús expulsó a los mercaderes del Templo, "porque habían
transformado la casa de oración en una cueva de ladrones" manifestó cómo también ahora los sacerdotes pueden causar escándalo con
sus hábitos, con el comercio o la mundanidad."Cuántas
veces entramos en una iglesia, aún hoy, y hemos visto la lista de los
precios: para el bautismo, la bendición, las intenciones para la misa. Y
el pueblo se escandaliza", exclamó el papa.
El papa recomendó entonces a los fieles que "cuando vean estas cosas tengan el valor de decírselo a la cara al párroco".
"Hay dos cosas que el pueblo de Dios no puede perdonar: a un sacerdote
apegado al dinero y a un sacerdote que maltrata a la gente", dijo el
pontífice, quien agregó que el pueblo de Dios es generoso y casi siempre está dispuesto a perdonar las faltas de sus sacerdotes pero "es imposible perdonar cuando la casa de
Dios se convierte en una casa de negocios".
En definitiva, “no se puede servir a dos señores: o le das culto al Dios
viviente o le das culto al dinero, a las riquezas”, dijo el Papa, quien
a continuación dio las claves para entender por qué Jesús actúa de esta
manera: “Pero, ¿por qué Jesús la ha tomado contra el dinero, contra las
riquezas? Porque la redención es gratis, la gratuidad de Dios es la que
Él viene a traernos, la gratuidad total del amor de Dios. Y cuando la
Iglesia se convierte en negocio, se dice que… la salvación no es tan
gratuita… Por esto Jesús coge el látigo en la mano para hacer este rito
de purificación en el Templo”.
Finalizó diciendo: “Que la Virgen (el viernes se celebró la Presentación de la Virgen en el templo) nos enseñe a todos, a todos los párrocos, a todos los que
tienen responsabilidades pastorales, a mantener limpio el templo, a
recibir con amor a los que vienen, como si cada uno de ellos fuese la
Virgen.”
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