"Para que no me olvides" es el título de un libro testimonial, recientemente presentado en Madrid, en agosto, en el barrio madrileño de
Entrevías, en Vallecas. Y este libro contiene una muestra de lo que han sido casi 30 años de lucha del Colectivo de Madres contra las drogas.
Para que no me olvides es el grito de cientos de madres, contra lo que nunca tendría que haber sucedido; un homenaje a la cantidad de jóvenes a quienes las drogas, robaron la vida.
Gran parte de la generación de principios de los sesenta fue aniquilada
al permitirse, o incluso incentivarse, que la heroína llegara a los
barrios más pobres de las ciudades españolas. Con el alma rota las Madres de este colectivo se propusieron, con firmeza, denunciar la indiferencia de unas autoridades y la complicidad de otras.
De ellas dice Almudena Gandes “De la fregona a la pancarta”. Así resumen su historia. Al principio
eran unas pobres mujeres, ignorantes, incultas, abocadas a la monotonía
del trabajo doméstico, guisar, lavar, planchar, limpiar y sacar a sus
hijos adelante.
Sus hijos eran buenos chicos, más o menos revoltosos, esta buena
estudiante, ese regular, aquel muy rebelde, pero ninguno malo. Hasta que
un día les cambió el carácter. Se volvieron extraños, huraños,
violentos, empezaron a adelgazar, a desesperarse, a quitarles dinero… Se
habían enganchado a la heroína,
El sida remató la faena de neutralizar la combatividad de una
generación de jóvenes que murieron antes de llegar a la madurez. Aquello
fue un genocidio, dicen sus madres. Es difícil llevarles la contraria,
porque ahora sí saben de lo que hablan. Muchas perdieron un hijo, muchas
dos, algunas tres, cuatro, y una hasta seis, todos los que tenía, en
aquella batalla. Porque esto es la guerra, explican ellas, que llevan
más de treinta años luchando con garras y dientes en un combate
desigual, injusto como ninguno. Sus hijos las movieron, las siguen
moviendo. Por ellos, por ellas, empezaron a estudiar, a investigar, a
organizarse. Desde entonces, no han parado.
Después de enterrarlos, ya no tienen nada que perder. Las Madres Unidas
contra la Droga de Entrevías convocaron una infinidad de manifestaciones
en las que recorrían las calles de su barrio deteniéndose en los
portales de los camellos. Aquí, aquí, aquí se vende droga, gritaban,
pero no pasó nada. Hicieron una lista con todos los puntos de venta de
droga de Vallecas y la entregaron en el Congreso de los Diputados, pero
no pasó nada. Hicieron encierros, acampadas, huelgas de hambre,
comunicados, conciertos, jornadas de lucha, y difundieron, redifundieron
y volvieron a difundir el conocimiento que habían pagado con la sangre
de sus hijos, pero no pasó nada. O sí. Pasó que la policía, esa misma
que nunca hizo nada, las clasificó entre los grupos violentos,
radicales, peligrosos.
Guapas, magníficas, generosas, valientes, sabias, compasivas,
jovencísimas siempre, las Madres son de lo mejor que existe en esta
ciudad, en este país. Para comprobarlo, basta con leer el libro en el
que repasan más de treinta años de lucha y de esperanza. Se titula Para
que no me olvides, como una vieja canción de amor."
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