martes, 19 de junio de 2012

Rudecindo Puma y Walter Sencia

Rudecindo Puma y Walter Sencia se llamaron en vida. Son los muertos de Espinar, en Cuzco. Sin embargo si tú preguntas, muchos peruanos no saben sus nombres, ni se han interesado por conocer cómo han muerto, qué reclamaban. ¿sabes por qué? Porque aquí en el Perú nos falta mucho por aprender sobre derechos humanos y porque sin quererlo estamos entrando en un proceso de "frigidez  emocional", en una especie de parálisis social.
Es, por tanto necesario que existan verdaderos comunicadores sociales que vayan analizando las situaciones que vivimos y nos den un remezón como el que sentí al leer el artículo de Steven Levitsky en La República del 10 de junio. Aquí transcribo algunos párrafos:
"Es lamentable tener un gobierno con reflejos autoritarios.  La represión de la semana pasada–que dejó dos muertos, varios detenidos, un alcalde encarcelado, y un presidente regional camino a la cárcel– es un golpe duro para la democracia.  Pero es peor aún cuando un sector de la sociedad acepta–y hasta aplaude– la represión. 
Ante la tragedia de Espinar, la congresista Lourdes Alcorta declaró que “va a tener que haber muertos” como si fuera algo inevitable y hasta necesario.  Y Correo y Peru21 informaron que los manifestantes consiguieron “sus” muertos".

Y pasa luego Levitsky a contarnos la forma en que reacionan los argentinos ante la violencia estatal. Leamos lo que dice: 
"¿Por qué los gobiernos argentinos no pueden matar como los gobiernos peruanos?   Primero, porque los derechos humanos están mucho más arraigados en Argentina.  La dictadura militar de 1976-1983 cambió profundamente la sociedad, generando un amplio consenso alrededor de los derechos civiles y humanos.   Los derechos humanos y sus defensores dejaron de ser una “cojudez.”
Segundo, existe en Argentina un mínimo de igualdad social. Está bastante establecida la idea de que todos–porteños y provincianos, empresarios y obreros, ricos y sus empleadas domesticas–pertenecen a la misma sociedad.  Todos son ciudadanos, con el mismo derecho de ser tratados con respeto y dignidad por el Estado.  En consecuencia, cuando un gobierno mata a un piquetero o un manifestante provinciano, los argentinos suelen reaccionar.  Reaccionan porque ven a las víctimas como sus pares.  Con nombres y apellidos. "
¿Cuáles son los nombres de los muertos de Espinar?  No aparecen en los medios.  Sin nombres y apellidos, los muertos de Espinar parecen más lejanos.  Menos humanos.  Sin saber sus nombres, es más fácil tratar a Rudecindo Puma y Walter Sencia como “sus” muertos, y no los muertos de todos los peruanos.   Una élite que no ve a la gente pobre y provinciana como sus pares, como plenos ciudadanos, estará más dispuesta a aceptar que “tendrán que haber muertos”.

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