Rudecindo Puma y Walter Sencia se llamaron en vida. Son los muertos de Espinar, en Cuzco. Sin embargo si tú preguntas, muchos peruanos no saben sus nombres, ni se han interesado por conocer cómo han muerto, qué reclamaban. ¿sabes por qué? Porque aquí en el Perú nos falta mucho por aprender sobre derechos humanos y porque sin quererlo estamos entrando en un proceso de "frigidez emocional", en una especie de parálisis social.
Es, por tanto necesario que existan verdaderos comunicadores sociales que vayan analizando las situaciones que vivimos y nos den un remezón como el que sentí al leer el artículo de Steven Levitsky en La República del 10 de junio. Aquí transcribo algunos párrafos:
"Es lamentable tener un gobierno con reflejos autoritarios. La represión
de la semana pasada–que dejó dos muertos, varios detenidos, un alcalde
encarcelado, y un presidente regional camino a la cárcel– es un golpe
duro para la democracia. Pero es peor aún cuando un sector de la
sociedad acepta–y hasta aplaude– la represión.
Ante la tragedia de
Espinar, la congresista Lourdes Alcorta declaró que “va a tener que
haber muertos” como si fuera algo inevitable y hasta necesario. Y
Correo y Peru21 informaron que los manifestantes consiguieron “sus”
muertos".
Y pasa luego Levitsky a contarnos la forma en que reacionan los argentinos ante la violencia estatal. Leamos lo que dice:
"¿Por qué los gobiernos argentinos no pueden matar como los gobiernos
peruanos? Primero, porque los derechos humanos están mucho más
arraigados en Argentina. La dictadura militar de 1976-1983 cambió
profundamente la sociedad, generando un amplio consenso alrededor de los
derechos civiles y humanos. Los derechos humanos y sus defensores
dejaron de ser una “cojudez.”
Segundo, existe en Argentina un mínimo de igualdad social. Está
bastante establecida la idea de que todos–porteños y provincianos,
empresarios y obreros, ricos y sus empleadas domesticas–pertenecen a la
misma sociedad. Todos son ciudadanos, con el mismo derecho de ser
tratados con respeto y dignidad por el Estado. En consecuencia, cuando
un gobierno mata a un piquetero o un manifestante provinciano, los
argentinos suelen reaccionar. Reaccionan porque ven a las víctimas como
sus pares. Con nombres y apellidos. "
¿Cuáles son los nombres de los muertos de Espinar? No aparecen en los
medios. Sin nombres y apellidos, los muertos de Espinar parecen más
lejanos. Menos humanos. Sin saber sus nombres, es más fácil tratar a
Rudecindo Puma y Walter Sencia como “sus” muertos, y no los muertos de
todos los peruanos. Una élite que no ve a la gente pobre y provinciana
como sus pares, como plenos ciudadanos, estará más dispuesta a aceptar
que “tendrán que haber muertos”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario