Mañana golpearé con mis manos de fierro
el lugar que has dejado
vacío en la pared
y se me hincharán los labios de repetir
que siempre fuiste un mal espejo...
y un mal espejo, para descansar al fin, debe entregar lo que retuvo: ya mi cara no será importante quédatela seca pero devuélveme mis alas que las voy a necesitar: guárdalas bien dobladas en el ropero otra vez, siéntalas en las sillas, tiéndelas para que me esperen dormidas, en mi cama.
Del poema "En una anticipada despedida" de Carlos López Degregori (peruano)
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