Este blog surgió en el año 2008 con el "Taller de Expresión Oral y Escrita para el Liderazgo" de la I.E. "Las Capullanas" - Sullana - Perú - con el fin de publicar las creaciones de las estudiantes y el quehacer en el taller. A partir del 2012, lejos de las aulas, a través de este blog seguiremos compartiendo buena música, poesía y temas de interés para todos.
jueves, 25 de septiembre de 2008
sábado, 6 de septiembre de 2008
martes, 2 de septiembre de 2008
Poema : ¡Gracias, Perú!
¡Gracias, Perú!
¡Perú!
¡Cuánta hermosura
hay en tu alma contenida!
Eres
el canto de las aves,
el sonido de los ríos
que jubilosos y bravíos corren,
el aroma esparcido por multitud
de flores.
Eres el blanco resplandeciente
de tus nevados
y el verde intenso de tus bosques.
Por ti vivo,
en tu manto me refugio
y de tu vientre generoso
me alimento,
me nutro y fortalezco.
Me envuelvo en tu grandeza,
en tu silencio,
en tu vitalidad
y en tu fuerza
Llevaré en alto tu nombre
donde quiera que vaya.
En mi mente estás grabado
y en mi corazón bicolor
sólo hay admiración,
esperanza,
y amor
para ti, patria querida,
amada nación,
¡Gracias, Perú!
Ester Távara Cornejo.
3º de Sec.
¡Perú!
¡Cuánta hermosura
hay en tu alma contenida!
Eres
el canto de las aves,
el sonido de los ríos
que jubilosos y bravíos corren,
el aroma esparcido por multitud
de flores.
Eres el blanco resplandeciente
de tus nevados
y el verde intenso de tus bosques.
Por ti vivo,
en tu manto me refugio
y de tu vientre generoso
me alimento,
me nutro y fortalezco.
Me envuelvo en tu grandeza,
en tu silencio,
en tu vitalidad
y en tu fuerza
Llevaré en alto tu nombre
donde quiera que vaya.
En mi mente estás grabado
y en mi corazón bicolor
sólo hay admiración,
esperanza,
y amor
para ti, patria querida,
amada nación,
¡Gracias, Perú!
Ester Távara Cornejo.
lunes, 1 de septiembre de 2008
Cuento: "Los sueños de Magnolia"
Los sueños de Magnolia
Entre cántaros de chicha y exquisitos platos de ceviche de peje blanco y caballa vivía Magnolia. Era huérfana de padre y madre, no tenía hermanas ni hermanos. No valía la pena recordar aquella triste y trágica noche en que sus padres la dejaron sola en este mundo, pensaba Magnolia. Ya no importaba, ella sola se valdría de sus propias fuerzas para salir adelante, a pesar de los diarios maltratos de su terrible tía. Bueno la tía era insufrible pero muy buena cocinera y de ella había aprendido todos los secretos para que el cebiche y las jaleas de pescado queden en su punto. Además de heredera de la rica sazón de su tía, Magnolia era buena moza a tal punto que atraía la mirada de todos los jóvenes jibitenses.
-Vamos, donde la Magnolia a comer un cebichito, tiene unas manos especiales para prepararlo.
-Ya vienes con esas cosas de que la Magnolia cocina rico ¿no será por ir a verla? Por cierto, está buena la muchacha.
- Y está solita, no tiene a nadie a su lado para que le haga compañía.
Al llegar a la cevicheria los chicos admiraban a una Magnolia agraciada y buenamoza que además los atendía con una gran sonrisa.
- Hola Magnolia, cierto que todavía no encuentras novio.
-Ya pues Magnolia no nos hagas sufrir más, escoge y acaba con este sufrimiento.
El rostro de Magnolia se ensombrecía, pero disimulaba su pena, porque ella no aspiraba en esos momentos a tener novio. Se había matriculado en la vespertina y mientras tostaba el maíz serrano y escogía las zarandajas recordaba la clase anterior.
-Diosito, qué mundo tan hermoso el de los libros, si pudiera estudiar sin tantos sustos qué feliz sería- se decía a sí misma.
Lo del colegio fue gracias a Blanca. Justo, el día de su cumpleaños, entró a la picantería una chiquilla con un tupido mechón que casi cubría sus ojos, miraba extrañamente la sala y parecía gozar del olor que salía de la cocina.
- ¿Tú, trabajas aquí?-le preguntó.
Y Magnolia, algo sorprendida dijo:
- Sí, desde hace tiempo, ¿cómo te llamas? Yo no te he visto antes por aquí.
- Me llamo Blanca y sé lo que es trabajar en una cebichería. Desde los 8 años ya trabajaba en una para ayudar a mi abuelita, por eso extraño mis cebichitos y he venido a comerme uno.
- Ahorita te traigo uno para que te chupes los dedos ¿por qué mejor no te acomodas mientras yo lo preparo?
Y así fue cómo las dos se hicieron amigas. Después, Magnolia se enteró de que la patrona de Blanca era maestra y la había matriculado en la vespertina.
-Pero yo no quiero ir. Me da vergüenza, que no sé nada y tan viejota que estoy y recién voy a aprender- le había dicho
-¡Cómo pudiera yo estudiar!- dijo suspirando, Magnolia.
- ¿Y por qué no has de hacerlo? Si quieres yo te acompaño. Mañana vengo a eso de las seis.
Y así fue como lo decidió. Cuando se lo dijo a su tía, pegó el grito al cielo.
- Cojudeces, pa´ qué te va a servir el estudio, eso no da de comer, pero allá tú, lo único que ¡no me descuidas el negocio! ¿me oíste?
Un día la encontró concentrada en una lectura y de un solo manotazo hizo volar el libro de sus manos.
- ¡Ociosidades! Leendo como señorita y justito cuando nos ha salido competencia.
La competencia era doña Cándida Rodríguez una mujer grosera. A Magnolia le causaba miedo por las miradas terribles que le dirigía. Había contratado a cuatro mocitas loretanas, muy atractivas, decían que eran de la selva.
La tía se ponía rabiosa cuando le mencionaban a doña Cándida y exclamaba:
- Ella cree que porque sus mozas tienen bonita cara me va a ganar la clientela ¡ja! A mí nadie me gana haciendo jaleas y cebiche.
Y así fueron trascurriendo los días, entre platos y tareas escolares hechas a escondidas.
Un día se rompió la normalidad. Su primo, el joven hijo de la tía, había llegado con unas copas de más y al ver que Magnolia estaba cocinando, dándose cuenta que su madre no estaba, trató de tocarla; pero de golpe Magnolia se acordó de las palabras que su tía siempre le decía:
- Cuídate de los clientes, unos son unos mañosos, confianzudos y si alguien te quiere faltar el respeto aséstale un golpe con lo que sea, nua de faltar un palo o un ladrío.
Así que con la gruesa cuchara de palo con que movía el arroz, lo golpeó fuertemente, una y otra vez .Tan asustada estaba la pobre que salió corriendo mientras su primo se retorcía de dolor.
La tía no la supo entender, se puso de lado del hijo y ese fue motivo para despedirla definitivamente de la casa.
Ahora trabaja en una casa, cerca de donde Blanca. Ella le consiguió el trabajo y les dijo a los señores que buscaban una cocinera:
-Tengo una amiga que cocina riquísimo, pero eso sí, quiere que la dejen estudiar.
Magnolia lleva ya diez meses con esta familia. Va a la escuela vespertina y sueña con ir a una escuela técnica y tener, algún día, un negocio de comida criolla, en sociedad con Blanca y otras amigas de la vespertina.
Entre cántaros de chicha y exquisitos platos de ceviche de peje blanco y caballa vivía Magnolia. Era huérfana de padre y madre, no tenía hermanas ni hermanos. No valía la pena recordar aquella triste y trágica noche en que sus padres la dejaron sola en este mundo, pensaba Magnolia. Ya no importaba, ella sola se valdría de sus propias fuerzas para salir adelante, a pesar de los diarios maltratos de su terrible tía. Bueno la tía era insufrible pero muy buena cocinera y de ella había aprendido todos los secretos para que el cebiche y las jaleas de pescado queden en su punto. Además de heredera de la rica sazón de su tía, Magnolia era buena moza a tal punto que atraía la mirada de todos los jóvenes jibitenses.
-Vamos, donde la Magnolia a comer un cebichito, tiene unas manos especiales para prepararlo.
-Ya vienes con esas cosas de que la Magnolia cocina rico ¿no será por ir a verla? Por cierto, está buena la muchacha.
- Y está solita, no tiene a nadie a su lado para que le haga compañía.
Al llegar a la cevicheria los chicos admiraban a una Magnolia agraciada y buenamoza que además los atendía con una gran sonrisa.
- Hola Magnolia, cierto que todavía no encuentras novio.
-Ya pues Magnolia no nos hagas sufrir más, escoge y acaba con este sufrimiento.
El rostro de Magnolia se ensombrecía, pero disimulaba su pena, porque ella no aspiraba en esos momentos a tener novio. Se había matriculado en la vespertina y mientras tostaba el maíz serrano y escogía las zarandajas recordaba la clase anterior.
-Diosito, qué mundo tan hermoso el de los libros, si pudiera estudiar sin tantos sustos qué feliz sería- se decía a sí misma.
Lo del colegio fue gracias a Blanca. Justo, el día de su cumpleaños, entró a la picantería una chiquilla con un tupido mechón que casi cubría sus ojos, miraba extrañamente la sala y parecía gozar del olor que salía de la cocina.
- ¿Tú, trabajas aquí?-le preguntó.
Y Magnolia, algo sorprendida dijo:
- Sí, desde hace tiempo, ¿cómo te llamas? Yo no te he visto antes por aquí.
- Me llamo Blanca y sé lo que es trabajar en una cebichería. Desde los 8 años ya trabajaba en una para ayudar a mi abuelita, por eso extraño mis cebichitos y he venido a comerme uno.
- Ahorita te traigo uno para que te chupes los dedos ¿por qué mejor no te acomodas mientras yo lo preparo?
Y así fue cómo las dos se hicieron amigas. Después, Magnolia se enteró de que la patrona de Blanca era maestra y la había matriculado en la vespertina.
-Pero yo no quiero ir. Me da vergüenza, que no sé nada y tan viejota que estoy y recién voy a aprender- le había dicho
-¡Cómo pudiera yo estudiar!- dijo suspirando, Magnolia.
- ¿Y por qué no has de hacerlo? Si quieres yo te acompaño. Mañana vengo a eso de las seis.
Y así fue como lo decidió. Cuando se lo dijo a su tía, pegó el grito al cielo.
- Cojudeces, pa´ qué te va a servir el estudio, eso no da de comer, pero allá tú, lo único que ¡no me descuidas el negocio! ¿me oíste?
Un día la encontró concentrada en una lectura y de un solo manotazo hizo volar el libro de sus manos.
- ¡Ociosidades! Leendo como señorita y justito cuando nos ha salido competencia.
La competencia era doña Cándida Rodríguez una mujer grosera. A Magnolia le causaba miedo por las miradas terribles que le dirigía. Había contratado a cuatro mocitas loretanas, muy atractivas, decían que eran de la selva.
La tía se ponía rabiosa cuando le mencionaban a doña Cándida y exclamaba:
- Ella cree que porque sus mozas tienen bonita cara me va a ganar la clientela ¡ja! A mí nadie me gana haciendo jaleas y cebiche.
Y así fueron trascurriendo los días, entre platos y tareas escolares hechas a escondidas.
Un día se rompió la normalidad. Su primo, el joven hijo de la tía, había llegado con unas copas de más y al ver que Magnolia estaba cocinando, dándose cuenta que su madre no estaba, trató de tocarla; pero de golpe Magnolia se acordó de las palabras que su tía siempre le decía:
- Cuídate de los clientes, unos son unos mañosos, confianzudos y si alguien te quiere faltar el respeto aséstale un golpe con lo que sea, nua de faltar un palo o un ladrío.
Así que con la gruesa cuchara de palo con que movía el arroz, lo golpeó fuertemente, una y otra vez .Tan asustada estaba la pobre que salió corriendo mientras su primo se retorcía de dolor.
La tía no la supo entender, se puso de lado del hijo y ese fue motivo para despedirla definitivamente de la casa.
Ahora trabaja en una casa, cerca de donde Blanca. Ella le consiguió el trabajo y les dijo a los señores que buscaban una cocinera:
-Tengo una amiga que cocina riquísimo, pero eso sí, quiere que la dejen estudiar.
Magnolia lleva ya diez meses con esta familia. Va a la escuela vespertina y sueña con ir a una escuela técnica y tener, algún día, un negocio de comida criolla, en sociedad con Blanca y otras amigas de la vespertina.
Iris Palacios Carbajal
1º de Sec.
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