Estamos ya en la tercera semana de adviento, de ese tiempo de preparación y espera. Preparación interna, profunda de nuestro ser, para recibir reconciliados al Niño Dios, que es luz para todos los pueblos de la tierra.
Aquí en nuestro país, una gran nebulosa quiere empañar la alegría propia de este tiempo. Nuestra clase política ha roto la calma y en estos días solo escuchamos acusaciones, insultos, voces compitiendo en intensidad y dureza. Pero la esperanza de nuestro pueblo es grande y confiado espera recuperar pronto la paz y la calma necesarias para que esta Navidad sea realmente una Feliz Navidad.
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