lunes, 27 de octubre de 2008

Dulce mandarina


¡Qué miedo cada vez que cambiaba de colegio! ¿Y si las niñas no me quieren? ¿Y si me rechazan ¿ Me pondrán apodos?¿Y si me gritan como en el otro colegio: “allá va la coja” ¿ Y si nadie se sienta a mi lado? Qué problema este de ser cojita. ¿Por qué cojeas? ¿Así has nacido? Y yo... teniendo que responder. Ya estoy cansada de dar explicaciones. Y me da rabia sentir miedo. A mi papá siempre lo cambian de lugar. Es militar, teniente del cuartel, trabaja en el ejército. A veces ya he logrado hacer amigas y de repente nos vamos a Tumbes, o vamos a tal o cual lugar.
Ahora un nuevo colegio. El aula está hecha un alboroto. Yo entré y todas se quedaron mudas, miraban mi pierna. Las carpetas estaban ocupadas, menos mal que hay una libre en el rincón. Fui hacia allá. Recién me sentaba cuando sentí que caía una bola de papel sobre mi cabeza y una risita. Seguro que estaba colorada porque la cara me ardía.
Felizmente llegó la maestra y todas hicieron silencio. Se llama Roxana y por lo que oí decir a las niñas de mi costado, es muy estricta. Antes de empezar la clase dijo que debíamos estar muy atentas. Se dio cuenta de las bolas de papel en el suelo, llamó a unas niñas de atrás y las hizo recoger, luego dio un sermón como de diez minutos.
Tocó la campana de recreo, yo demoré en salir, otra vez el miedo. ¿Y si decían que por mi culpa las habían reñido? Bueno, no me podía quedar en el salón. Agarré mi lonchera y salí. La profesora avanzó detrás de mí. Me dijo: “Ahí en esa banca puedes sentarte a comer tu fruta”. Se sentó a mi lado, sacó una mandarina de su bolso, me invitó unas tajadas. No es bonita pero tiene una gran sonrisa. “Yo tengo una hija que tuvo un accidente, también cojea un poquito, como tú”. Yo le pregunté cómo se llamaba. Rita, me dijo, ya tiene trece años. Quería preguntarle más cosas pero alguien la llamó. Ella se levantó y me dijo: ¿Quieres ser mi amiguita? Yo le dije que sí. Me dio un gran abrazo como de mamá y se fue. Saqué mi mandarina de la lonchera y qué dulce, qué dulce estaba mi mandarina.
Después de recreo teníamos mate. Entró un profesor, serio pero amistoso. A mí me gustan las matemáticas desde chiquita. Me concentré y cuando el profesor dejó la batería de ejercicios, yo avancé y avancé, terminé rápido. Mi compañera me observaba y yo veía que ella no avanzaba. ¿Quieres que te explique? le dije, bajito. Sí, dijo ella. Se llama Tania y es pequeña y gordita. “Sabes bastante, eres inteligente”.
El profesor empezó a llamar a la pizarra, salieron varias niñas. Cuando llegó el quinto ejercicio nadie levantó la mano. Yo no sabía si salir o no cuando Tania dijo: “ella, profesor, la niña nueva ya lo hizo”. No sé cómo avancé a la pizarra, todas me miraban. Lo fui haciendo, algo temblorosa, pero terminé. Bien, dijo el profesor, muy bien, niña. Es correcta la respuesta.
No sé tampoco cómo serán los demás días pero no importa, ahora el miedo se ha ido y yo estoy contenta con mi amiga Tania, mi maestra Roxana y mi profe de Matemáticas.

Cinthia Laura Eulogio
4º de Sec.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Este narración es muy interesante y muy divertido ,me ha gustado mucho felicito a la autora

Anónimo dijo...

muy bien excelente el poema...!!!!:D

Anónimo dijo...

Este cuento es muy interesante, nos deja muchas enseñanzas, gracias por compartir este cuento con todo el público.
Sigue adelante con tus historias porque son muy bonitas.

Anónimo dijo...

Esta narración es muy bonita ,ya que muestra los temores de los adolescentes en ser aceptados,en tener amigos,etc,poco a poco descubrió que podia tener amigas sin importarles su discapacidad y perdió el miedo.
Esto nos demuestra que no debemos sentirnos menos frente a cualquier discapacidad que tengamos,porque lo más importante es nuestra inteligencia,y la forma de ser de cada uno de nosotros,es por ello que debemos trabajar nuestra autoestima,superar nuestros miedos y nuestros temores,en la vida siempre vamos a encontrar problemas pero debemos tener mente positiva y seguir adelante.

Anónimo dijo...

Esta narración es muy importante para nuestras vidas ya que nos enseña a perder nuestros temores y poder salir adelante ante cualquier adversidad de la vida.LESLY VEGAS TINEDO

Anónimo dijo...

En nuestra vida siempre se nos presentaran obstaculos y esta en cada una de nosotras poder superarla, siempre con la cabeza en alto, sea lo que sea, sin importar lo que la gente diga, lo que importa es que cada persona sea tal como es, teniendo una autoestima muy elevada, pues los demas se daran cuenta del gran potencial que uno tiene.

Viviana Sánchez Vásquez dijo...

Esta lectura nos enseña a valorar a las personas no por su físico, sino por lo que son, también nos dice que a pesar de las dificultades que se nos presenten en la vida hay que aprender a superarlos, salir adelante, aprender a derrotar el miedo que es un gran obstáculo para poder triunfar.